En Quilmes hay cerca de 45 ferias; alrededor de 30 de ellas tienen el reconocimiento oficial, según datos aportados desde la organización del sector.
En Quilmes hay cerca de 45 ferias; alrededor de 30 de ellas tienen el reconocimiento oficial, según datos aportados desde la organización del sector. Hay 15 ferias informales, truchas, ilegales, clandestinas, no autorizadas, o algo así. Dentro de las tenidas como legales hay puestos habilitados y también colas de feria ; que son los puestos que se ubican en las calles transversales. Todo un fenómeno en sí mismo.
En Quilmes hay cerca de 45 ferias; alrededor de 30 de ellas tienen el reconocimiento oficial, según datos aportados desde la organización del sector. Hay 15 ferias informales, truchas, ilegales, clandestinas, no autorizadas, o algo así. Dentro de las tenidas como legales hay puestos habilitados y también colas de feria ; que son los puestos que se ubican en las calles transversales. Todo un fenómeno en sí mismo.
La feria de Solano nació en 1958. Con sus 50 años de implantación y distintas prácticas, se extiende a lo largo de más de 20 cuadras en pleno centro, a metros de la estación. Para aproximarnos al fenómeno, bien se podría comparar y en mucho, con lo que representan los carritos de los cartoneros, ya incorporados a la geografía de Quilmes, Bernal, Ezpeleta o Don Bosco centro. Hace muchos años que están, tantos, que buena parte de los caminantes conocen el lugar con los carritos incluidos. Sobre los carritos van personas, frecuentemente menores. Son parte de familias que nacieron y se formaron recorriendo calles. Sus abuelos lo hacían, sus padres lo heredaron y actualmente son los nietos o bisnietos que tienen su vida organizada en derredor de esa forma de ganarse la vida. No entienden vivir de otro modo. Con las ferias pasa lo mismo. Desde el punto de vista estricto, los carritos tirados por caballos, están violando todas las normas de tránsito y especialmente las que prohíben la tracción a sangre. Mucho más que eso. Hay caballos enfermos, con claras señales de maltrato, que enervan el sentido común, especialmente de los ciudadanos que miran por la protección de los animales. Decimos resignados: Somos eso . Antes de continuar, vale señalar que en el Quilmes de hoy, moderno y opulento, circulan carritos tirados por personas; hombres o mujeres según el caso. Esta es una realidad ofensiva, y aún más aberrante. Pero volviendo a la Feria de Solano, digamos que un informe del Canal América mostró ayer esa realidad, tan distante a la sociedad presente en el imaginario colectivo del lector de un diario. Se vio un puesto que vendía medicamentos de todo tipo como si se tratara de una farmacia. También se mostró la venta alimentos provenientes de los planes sociales provinciales. El contraste con lo que entendemos por una actividad comercial normal, es tal, que pareciera risueño pretender averiguar si existe el farmaceutico responsable o si rige el pago de impuestos. Si el personal tiene libreta sanitaria, o si se pagan las cargas sociales. Claro que éste recorrido deja algunas otras cuestiones sin responder, que salen de éste ámbito, algo más privado, para ingresar directamente en las cuestiones de interés público. Una de ellas es la procedencia de la mercadería. ¿Puede ser que entre tanta informalidad estemos ante un eslabón más de la cadena del delito, trabajando ante los ojos de la Policía que los cuida?. Otra cuestión apunta al control sobre los medicamentos. ¿Hay recetas?, ¿Quién los prescribe?, ¿Dé dónde salen?; ¿No es que solo se vende en farmacias ?. Una tercer cuestión apunta a la mercadería proveniente de los planes sociales. ¿Tiene explicación ésta presencia masiva de yerba, fideos o leche?. Durante la crisis con el campo, escuchamos como nunca sobre la necesidad de distribuir la riqueza. En los Distritos del conurbano, esa frase tiene rostro humano. También lo tienen las estadísticas y los informes de la televisión. El dilema es romper el discurso y ver en la práctica a un país que integra a sus habitantes y que acerca las distancias entre los que más tienen y los desposeídos; unos a bordo de un auto ultimo modelo, otros al comando de un carrito; los dos esperando por el cambio de luz en un semáforo.
Fuente: Perspectiva Sur.