Las ciudades que han encontrado un camino armónico hacia el desarrollo planificado y equilibrado han debido previamente vencer la indiferencia de sus ciudadanos ante la cosa pública, la que incumbe al interés general y lo privilegia por sobre el particular, sea éste del origen que sea.
El llamado a la elaboración del Plan Urbano Ambiental por parte del Municipio a través de su Secretaría de Obras Públicas es una oportunidad histórica que los quilmeños tenemos de por primera vez construir un futuro consensuado, en el que las partes sumen a un todo y no como como ha ocurrido hasta ahora que la vida en comunidad se circunscribe a una feroz puja de intereses de partes indisolubles del ente orgánico que constituye la ciudad. Puja que nos ha llevado a una situación de desborde que parece irresoluble y cuya problemática es interdisciplinaria y compleja.
Solamente en el debate constructivo podremos hallar soluciones a escala de las necesidades. Por eso la propuesta oficial, respuesta a una larga demanda de la ciudadanía, debe ser entendida como una instancia decisiva que de manera alguna podrá ser desaprovechada.
Con el decreto a la convocatoria ya firmado por el Intendente, La Casa de La Cultura será el próximo Lunes 1 de Septiembre el escenario del inicio de un largo camino que para su éxito deberá contar con la mayor cantidad de actores que sea posible en un contexto previo de escaso incentivo a la participación ciudadana. Será necesario un punto de inflexión en ese sentido.
A lo largo y ancho del Distrito numerosas agrupaciones de vecinos que vienen trabajando en diversas problemáticas, conocen las mismas con el aval que da la cercanía, el padecimiento. Se han agrupado y serán seguramente protagonistas en la discusión del Plan, como también lo serán las autoridades municipales, los profesionales intervinientes y las empresas constructoras y/o prestadoras de servicios que por su labor tienen una acción directa sobre el futuro de la ciudad.
Todas las acciones que favorezcan la participación, ya desde la convocatoria oficial, el agrupamiento de sectores con intereses comunes o las caravanas previstas por el distrito con el fin de despertar y aunar la inquietud vecinal, deben ser valoradas positivamente. Es una instancia de convocatoria y no de balances.Encontrar la metodología para que el debate y consecuentes decisiones tengan la debida legitimidad y profundidad que la tarea amerita, será responsabilidad de todos lo que vivimos bajo el mismo cielo y desde la misma historia.