Mientras, en las últimas horas falleció un bebé electrocutado en el asentamiento San Cayetano, uno de los tantos que cohabitan en el Partido con la ciudad formal, consolidada.
El pequeño de dos años y medio, el domingo 20 de octubre sufrió una severa electrocución a raíz de una descarga que azotó la precaria casilla en la que moraba junto a su familia, en el barrio San Cayetado, de Ezpeleta, y falleció luego de una semana de agonía. Los profesionales médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida. La tragedia en el irregular asentamiento que carece de toda asistencia, fue la crónica de un hecho anunciado. Los moradores de las paupérrimas fincas, poseen una paupérrima instalación de cables sin sujeción.
No es un hecho aislado. La crónica habla periódicamente de tragedias como ésta. Hace un par de semanas un niño murió carbonizado en su precaria vivienda asentada sobre una quema clandestina en las cercanías de la bajada de la autopista.
Quilmeños que mueren condenados por la desigualdad, a metros de la opulencia.
Sin que la agenda pública o privada, sin distinciones sectoriales, logre poner en su justo lugar prioridades, emergencias, vanidades, nimiedades.
Sin que el debate admita la mirada plena, humana y sabia hacia un alrededor insoslayable.
Habría que llamar las cosas por su nombre ante tamañas evidencias, empezando por preservar la palabra Democracia para un futuro acorde a su etimología, conocida y olvidada por todos. Aquella que simplemente dice que desde la antigua Grecia, "Demos" es pueblo y "Kratos" gobierno.
Pensando en el chiquito que murió, invito a la reflexión.
El pequeño de dos años y medio, el domingo 20 de octubre sufrió una severa electrocución a raíz de una descarga que azotó la precaria casilla en la que moraba junto a su familia, en el barrio San Cayetado, de Ezpeleta, y falleció luego de una semana de agonía. Los profesionales médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida. La tragedia en el irregular asentamiento que carece de toda asistencia, fue la crónica de un hecho anunciado. Los moradores de las paupérrimas fincas, poseen una paupérrima instalación de cables sin sujeción.
No es un hecho aislado. La crónica habla periódicamente de tragedias como ésta. Hace un par de semanas un niño murió carbonizado en su precaria vivienda asentada sobre una quema clandestina en las cercanías de la bajada de la autopista.
Quilmeños que mueren condenados por la desigualdad, a metros de la opulencia.
Sin que la agenda pública o privada, sin distinciones sectoriales, logre poner en su justo lugar prioridades, emergencias, vanidades, nimiedades.
Sin que el debate admita la mirada plena, humana y sabia hacia un alrededor insoslayable.
Habría que llamar las cosas por su nombre ante tamañas evidencias, empezando por preservar la palabra Democracia para un futuro acorde a su etimología, conocida y olvidada por todos. Aquella que simplemente dice que desde la antigua Grecia, "Demos" es pueblo y "Kratos" gobierno.
Pensando en el chiquito que murió, invito a la reflexión.