El siguiente es un fragmento enviado a País de los Quilmes por Juan Antonio Benavent, quilmeño irrenunciable, desde Barcelona.
...Yo ahí mismo, dónde vos amanecés todos los días, fuí feliz, entre perfumados ligustros, preciosos chalés, la calidez del vecindario y los ecos de la radio transmitiendo desde algún portal abierto el "Glostora Tango Club", mientras devoraba el último "Paroruzito"(comprado al tano Lícari), o jugaba con otros pibes a las figuritas (Babilonia o Starosta), pasé los mejores años de mi vida.
Era el Quilmes de la flamante Escuela Número Siete, el Comercial, el Nacional, la Carlos Morel, el Cine continuado y seis salas más. El de los horizontes abiertos y el esplendor de Rivadavia, nuestra calle Florida, dónde hasta incluso algunas noches, Casa Hercow (que era una sastrería) proyectaba variedades ante multitud de familias apiñadas en su entorno.
No creo que quién haya vivido aquello y esté entre nosotros, pueda olvidarlo...