A siete días de las elecciones, la Ciudad es más que nunca un campo de batalla, sin que para el vecino aparezcan signos de verdadera vida democrática. Urge un toque de atención de fondo, antes que lo que alguna vez fue una fiesta, pueda convertirse en un drama.
Para que no queden dudas. El secretario de Hacienda Horacio Tózzola, sangrando en el estacionamiento de la Municipalidad, luego de ser baleado en un supuesto intento de asalto en Cevallos y Castelli. La cercanía del Palacio Municipal con la villa fue vista con preocupación en época de su traslado. Como si proteger "a los de arriba" sirviera de algo.
Pero la batalla no es exclusividad del bajo. El vacío de propuestas es reemplazado con el agravio o la descalificación. Las paredes, columnas y pantallas son víctimas de esta batalla incesante, que es la cara visible de la actividad politica. Para la inmensa mayoría de los quilmeños, solo se trata de una puja para ver quién consigue más puestos. En una ciudad donde los problemas no se resuelven gobierne quien gobierne, es difícil demostrarle al electorado lo contrario.
Para que no queden dudas. El secretario de Hacienda Horacio Tózzola, sangrando en el estacionamiento de la Municipalidad, luego de ser baleado en un supuesto intento de asalto en Cevallos y Castelli. La cercanía del Palacio Municipal con la villa fue vista con preocupación en época de su traslado. Como si proteger "a los de arriba" sirviera de algo.
Pero la batalla no es exclusividad del bajo. El vacío de propuestas es reemplazado con el agravio o la descalificación. Las paredes, columnas y pantallas son víctimas de esta batalla incesante, que es la cara visible de la actividad politica. Para la inmensa mayoría de los quilmeños, solo se trata de una puja para ver quién consigue más puestos. En una ciudad donde los problemas no se resuelven gobierne quien gobierne, es difícil demostrarle al electorado lo contrario.
Capas y capas de afiches en la pared o en el piso. Un candidato que permite que su militancia genere este desastre, poco buen funcionario podrá ser. No hay control sobre los propios, ni sobre los ajenos. Camionetas sin patente portan rollos de afiches de cualquier lista. Ante esto, no extraña la respuesta de la gente. Las señales de tránsito estan "pintadas". Aunque parezca mentira, es más dificil encontrar un cartel de prohibido estacionar respetado, que uno infringido.
Ningún ámbito se salva. Rivadavia hoy, domingo 21 de Junio de 2009. Lo que fue "La Gran Vìa Blanca del Sur", es presa de espectáculos indignos, prepotencia y desolación, pese al constante intento de reordenamiento. Mientras un puñado hace su negocio, miles pierden un lugar que fue parte de su idiosincracia.
Las cercanías de la Estación exceden todo análisis. Como ejemplo, la posada "Los Cerveceros", donde se amontona cada noche la mercadería que los ambulantes venden apilada en las veredas, no alcanza a albergar en su interior los desarmados puestos que cubren su techo a la espera de una nueva jornada. Bueno sería saber en que condiciones y por quién está habilitado ese recinto.
Darse cuenta lo que se ha perdido es solo el inicio de su recuperación. Hoy, no hay espacio para nadie que no ejerza la fuerza o el acomodo. En una Ciudad que supo ser ejemplo de vida comunitaria, cuesta hallar un lugar público donde sentarse a conversar en paz. Porque en Quilmes, se fue perdiendo el respeto por el otro, sea el par o el distinto, y con ello los hitos y los mitos. Ni Mate ni Cerveza.
Con 18% de la población viviendo en villas y asentamientos, con los más altos índices de mortalidad infantil que se hayan conocido, y una violencia urbana que crece en la sensación de cada vecino, lo peor que puede ocurrir es que alguien se sienta dueño de la verdad y capaz de conducir los destinos de un Distrito de más de medio millón de habitantes, sin debate, sin propuestas. Sea del color político que sea.
Si no cambia la percepción, si no cambia la metodología, si no ceden la desidia, la incapacidad y el oportunismo, Quilmes seguirá barranca abajo, alejándose de su historia y su destino, en una parábola que también se lleva al humilde, al genuino, al inocente.
Elección tras elección. Así, nadie gana.
Con 18% de la población viviendo en villas y asentamientos, con los más altos índices de mortalidad infantil que se hayan conocido, y una violencia urbana que crece en la sensación de cada vecino, lo peor que puede ocurrir es que alguien se sienta dueño de la verdad y capaz de conducir los destinos de un Distrito de más de medio millón de habitantes, sin debate, sin propuestas. Sea del color político que sea.
Si no cambia la percepción, si no cambia la metodología, si no ceden la desidia, la incapacidad y el oportunismo, Quilmes seguirá barranca abajo, alejándose de su historia y su destino, en una parábola que también se lleva al humilde, al genuino, al inocente.
Elección tras elección. Así, nadie gana.