La informalidad crece en todos los ámbitos, a un ritmo sostenidamente más dinámico que la economía formal. Es un fenómeno latinoamericano.
Pero cuando lo hace al amparo de las autoridades, el fenómeno se transforma en incontrolable.
Las llamadas "Ferias" de estos tiempos, muy distintas a las clásicas semanales de tantos barrios suburbanos, son epicentro de la venta ilegal y el blanqueo de mercadería de dudosa procedencia, incluída la producida por talleres clandestinos donde la esclavitud es feroz.
Sabido es que en Solano, miércoles y sábados, miles de personas mercan en un fenómeno inabarcable que ha trastocado todos los órdenes de urbanidad de aquella zona.
No es casualidad que la "Feria" se haya asentado allí. Es una zona de borde, entre dos partidos inconexos, rodeada de marginalidad y abandono. Pero no es ese el caso de esta cuestion.
La Feria de Don Bosco
Hace ya tiempo, en una zona bien distinta, entorno a la estación de Don Bosco, grupos cada vez más numerosos provenientes de las villas Itatí y Azul se disponen a tender sus mantas en un enclave de clase media. Esto, claro está, molestó al vecindario. Finalmente, hoy, inspectores municipales y efectivos policiales arribaron a la feria de Don Bosco y entregaron el ultimátum.
Las fuentes consultadas aseguran que el propio intendente Gutiérrez dialogó con los puesteros.
La brillante idea es que los feriantes podrán retomar su actividad en un predio perteneciente a la Municipalidad de Quilmes sito en el Triángulo de Bernal.
Esa es una zona de borde, en este caso entre los partidos de Avellaneda y Quilmes, rodeada de abandono y marginalidad como en Solano, en este caso por dos de las más grandes villas del conurbano. De lo que se desprende, sin mucho análisis, que de manera exponencial crecerá este nuevo centro de informalidad, ahora en condiciones "óptimas", nacido de la disposición errónea de algún funcionario. Eso sí, los vecinos de la estación Don Bosco ya no vivirán frente a un "gran baño público"