Una zona que hace un lustro tenía un perfil bajo y barrial.
Fue la inquietud de un grupo de vecinos la que dio inicio a la búsqueda de soluciones planificadas a una serie de problemáticas históricas, como el ascenso de las napas, la supuesta afectación a la salud de las antenas de telefonía, el reemplazo del tejido de baja densidad por uno de mayor y otras no menores pero si menos atendidas, como la falta de espacio público. La Gestión, haciendo eco del insistente reclamo, terminó por elaborar bases para un Plan de Ordenamiento Urbano que se quedó en sus primeros pasos, cuando no se encontraron los carriles para su desenvolvimiento. La participación popular parecía irreconciliable con los intereses de los otros grupos actores, determinándose el prematuro fracaso.
La crisis económica hizo su parte. la demanda de nuevas unidades mermó y los constructores debieron desascelerar su actividad, ya entorpecida por modificaciones a la ordenanza de zonificación que, aun vigentes, intentan un impasse interminable.
Mientras tanto
La solución al debate abierto parece cada vez más una utopía. Mientras tanto, con el pragmatismo que nos acostumbra, el mercado parece ir escabuyéndose hacia emprendimientos más pequeños, acotados, y principalmente, centralizados en unas pocas manzanas. Una obra programada por AySA, que consta de dos conductos aliviadores, uno en la calle Conesa entre Mitre y Paz y el otro en la Avenida Mitre entre Conesa y Saavedra, servirá como alivio de la mitad norte del área central de Quilmes, que junto con el otro aliviador de la Avenida Hipólito Yrigoyen servirá para paliar la problemática de las redes cloacales de esta zona de la Ciudad. Éste era una de los principales reclamos vecinalistas, por los frecuentes desbordes.
El perímetro comprendido entre Colón, Alberdi, Moreno y Mitre se presenta así como el de mayor desarrollo inmobiliario. Mientras las condiciones económicas y la normativa no varíe, parece ser el reducto infranqueable de inversores y desarrolladores.