Hace un año atrás, el martes 3 de marzo del 2009, nos dejó Ely Fontana.
Su ausencia fue notoria en todos los actos y encuentros culturales y sociales que se hicieron en Quilmes y Berazategui (localidad vecina de la que fue franca admiradora) en el resto del año anterior.
Ely se nos había hecho imprescindible como militante y divulgadora de la cultura y fiel acompañante de muchas instituciones que la tuvieron como integrante.
Era amiga de todos (o casi todos) y los que gozamos de su amistad lo sentimos como un honor.
Aún cruzo Rivadavia y me parece que en cualquier momento la veré avanzando con ese paso largo y decidido, con su calra sonrisa y su indumentaria naif, tan de ella.
Extraño las largas charlas telefónicas y los desayunos en el café Martínez donde hablábamos de todo y de nada. No coincidíamos en muchas cosas, pero repetía que le gustaba mucho polemizar conmigo porque no era fanático y respetaba su pensamiento. Ratifico a Iris Gardelliano, nunca le oí una crítica negativa por nadie. Y si bien sé que algunas personas se mofaban de ella por su actitud y su prestancia era por esa actitud de prejuzgar al otro antes de conocerlos, defecto bastante grande en elitistas e intelectuales herméticos.
Ella ya es parte intrínseca de nuestra historia, y yo que me propuse recuperar a los que “por aquí pasaron dejando una huella vivificadora”, “a los que sirvieron la mesa de los próceres”, rescato su persona para el recuerdo.
Nota del blog "El Quilmero"