En el ámbito de la Región Metropolitana de Buenos Aires, el Área Central de Quilmes representa una centralidad de primer orden, con comercios y servicios que exceden en su prestación los límites del Partido.
Razones históricas y urbanísticas así lo justifican. El asentamiento de la Reducción de los Quilmes en el siglo XVII dio origen al futuro pueblo libre de 1812 cuyo lento crecimiento de sus primeros años se vió alterado en la segunda mitad del siglo XIX por diversos adelantos, como el telégrafo, el ferrocarril y la electricidad, que permitieron la llegada creciente de masas migratorias nacionales y extranjeras. Ya en el siglo XX, que se inicia con la llegada del tranviá y un proceso pleno de desarrollo basado en la industria, verá Quilmes concretarse su balneario y otros progresos hasta que, pasados los años de industrialización, nuevas corrientes migratorias y diversos contextos económico-políticos desembocarán en la situación de urbanización plena y degradación de las condiciones ambientales que hoy vivimos.
Empero, durante todo ese derrotero, el Área Central ha mantenido su preponderancia exclusiva como foco e imán del acontecer ciudadano, no sin presentar anomalías típicas de la falta de planificación y adecuación al desarrollo. Anomalías que hoy se manifiestan en diversos ámbitos entre los que se destacan el colapso en infraestructuras de saneamiento, transito y transporte, escasez de áreas de esparcimiento, degradación del espacio y mobiliario público y magras variables de calidad ambiental.
Contribuir a la reversión de esta situación no es tarea sencilla. Diagnosticar con acierto y en profundidad la problemática y detectar las potenciales y factibles soluciones es el inicio de un proceso que deberá desembocar irremediablemente en un Plan Urbano Ambiental capaz de articular las diversas actuantes que en la ciudad, como ente orgánico, definirán el futuro de nuestra Quilmes que mañana cumple 342 años.
Razones históricas y urbanísticas así lo justifican. El asentamiento de la Reducción de los Quilmes en el siglo XVII dio origen al futuro pueblo libre de 1812 cuyo lento crecimiento de sus primeros años se vió alterado en la segunda mitad del siglo XIX por diversos adelantos, como el telégrafo, el ferrocarril y la electricidad, que permitieron la llegada creciente de masas migratorias nacionales y extranjeras. Ya en el siglo XX, que se inicia con la llegada del tranviá y un proceso pleno de desarrollo basado en la industria, verá Quilmes concretarse su balneario y otros progresos hasta que, pasados los años de industrialización, nuevas corrientes migratorias y diversos contextos económico-políticos desembocarán en la situación de urbanización plena y degradación de las condiciones ambientales que hoy vivimos.
Empero, durante todo ese derrotero, el Área Central ha mantenido su preponderancia exclusiva como foco e imán del acontecer ciudadano, no sin presentar anomalías típicas de la falta de planificación y adecuación al desarrollo. Anomalías que hoy se manifiestan en diversos ámbitos entre los que se destacan el colapso en infraestructuras de saneamiento, transito y transporte, escasez de áreas de esparcimiento, degradación del espacio y mobiliario público y magras variables de calidad ambiental.
Contribuir a la reversión de esta situación no es tarea sencilla. Diagnosticar con acierto y en profundidad la problemática y detectar las potenciales y factibles soluciones es el inicio de un proceso que deberá desembocar irremediablemente en un Plan Urbano Ambiental capaz de articular las diversas actuantes que en la ciudad, como ente orgánico, definirán el futuro de nuestra Quilmes que mañana cumple 342 años.