Cada lunes por la mañana, las vecinas de Quilmes Oeste se juntan en la puerta de su casa para acercarle decenas de cajas de cartón. La mayoría de esas cajas son de la raviolada del domingo y a Delfor Cabezas, de 69 años, le son de gran utilidad.
Hace ya 10 años que descubrió lo talentoso que podía ser. Y fue casi por casualidad.
En ocasión del cumpleaños 80 de su tío, se decidió a regalarle un auto moldeado con sus propias manos, aunque sólo fuera de cartón, extraído de una caja que muchos consideraban… verdaderamente inútil.
El resultado de aquel auto fue tan maravilloso, tan fantástico, que llovieron halagos y felicitaciones de cada rincón de la familia y de sus amistades. Y fue entonces que emprendió un viaje con boleto de ida. Y ya nunca más se despegaría de su oculta (hasta entonces…) pasión.
Ese regalo disparó la explotación de una habilidad que no es fácil de encontrar. De a poco, Delfor se fue animando a más y más y así su colección llegó rápidamente a 25 ejemplares únicos en el mundo.
El nivel de detalle que logra es envidiable. La prolijidad y la exactitud, francamente increíbles. Y el placer que produce el tan sólo ver una de sus tantas creaciones, es sinceramente recomendable…
Sus modelos descansan silenciosamente en el garage de su sencilla casa de Quilmes y sólo de vez en cuando a alguien se le ocurre invitarlo a algún lugar para que las muestre, las saca y de esa manera todos pueden disfrutarlas. Cuando alguien puede ver uno de los modelos que realiza Delfor, se maravilla, pero cuando puede acceder a los detalles, al interior, las palabras ya no tienen lugar y la sorpresa y la fascinación son las sensaciones reinantes. Sin lugar a dudas. La estrella indiscutida de su colección es un viejo colectivo de pasajeros. De esos coloridos y simpáticos de finales de los años ´40 o ´50.
Como en el caso de todos los autos que fabrica, el techo es desmontable para que todo se aprecie mejor. Y vaya si vale la pena hechar una curiosa mirada por dentro.
Todo, absolutamente todo está en su lugar, replicado a la perfección. Los pasamanos, los asientos, el tablero del colectivo… y hasta un pequeño balde a la vieja usanza con una vetusta escoba, tal como era costumbre por aquellos días para que el chofer higienice el colectivo entre los distintos recorridos.
Nada falta allí. Nada se le escapa a este perfeccionista y detallista empedernido. Y para que eso suceda, Delfor se encarga personalmente de estudiar los autos que planea fabricar. Condición indispensable para comenzar el trabajo es ver el auto “en persona” y si tiene que hacerlo, viaja hasta cualquier museo para entrar en contacto de primera mano con el vehículo elegido para replicar.
Los coleccionistas son también de gran ayuda y colaboración en su complicada pero satisfactoria tarea. Hoy, seguramente, algún otro modelo que le falte a su colección, esa misma que es tan completa, estarásiendo concebido. Con autos desde los años ´30, coches de competición y hasta un increíble Dodge Polara, la suya es una muestra acabada y genial de los autos que supieron pisar nuestras calles en otras épocas.
Los colección de modelos de entre 45 y 50 cm. en escala 1:10, que sueña, trabaja y concreta Delfor Cabezas es un tesoro escondido en algún lugar del sur. Una colección que casi no tiene valor monetario, no por desmerecerla, sino porque semejante trabajo, semejante esfuerzo, tantas horas sin dormir, no pueden ser minimizadas a tan sólo un puñado de billetes.
Esta colección tiene un inmenso valor y eso es algo que no se puede medir con dinero. Esto, la describe de la mejor manera.